Cuando era niña, me gustaba jugar con muñecas, pues en el edificio que vivía, no había otros niños, y por eso jugaba sola.
Mi muñeca preferida era Barbie. Tenía todo de Barbie: la casa, el coche, los mobiles de la casa, compraba muchas ropitas y todos los años ganaba una Barbie nueva.
En mi escuela, había pocos niños en la clase. Éramos once, pero éramos muy unidos y siempre salíamos juntos en los fines, y íbamos a las casa unos de los otros.
La myoría de mis compañeros de clase eran niños que ya habían estudiado conmigo en la otra escuela, y por eso éramos más amigos.
Siempre que me acuerdo de mi niñez, pienso que eran días buenos, pues no había en nosotros ninguna preocupación con el futuro.
Hasta hoy tengo amistad con un chico que conocí en la primera escuela que estudié, cuando teníamos dos años. Nuestra amistad era tan fuerte que nos consideramos como de la misma familia.
La niñez es el mejor tiempo de hacermos verdaderos amigos.